De vez en cuando se logra que tomen vacaciones, pero vuelven, siempre vuelven. Los enojados con la vida ya se hicieron amigos de sus fantasmas, hasta le encontraron el lado gracioso al asunto. Pero viven más enojados que contentos.
Los enojados con la vida están enojados con ellos mismos. Su vida la gobierna la dictadura de los fantasmas. Éstos son de lo más autoritarios y obligan a repetir siempre los mismos errores hasta quedar como un idiota equívoco.
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